jueves, 13 de septiembre de 2012

Caída


Vivir con un impostor es indecente. Pensar cuánto tiempo he vivido en esa mentira me resulta obsceno.

Me avergüenza y me humilla sentir cómo me ha usado. 
Saber que he sido su plan de pensiones, la nómina fija y el aval que le abría las puertas de los bancos.

Y me indigna haber sido la pagadora de putas, rameras y fulanas.



Caer de golpe es duro, muy duro y abrir los ojos un poco cada día es mucho más duro y doloroso aún.



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